Y una última frase de Cabero, a la vez punzada de orgullo y de herida, como aquel comunero al que citaba el alcalde, Luis Alonso Laguna, capaz de reivindicar sus valores cuando el verdugo, muerte en mano, le llamaba traidor:
"Una tierra de talento, conocimiento y belleza, trabajadora, emprendedora, sacrificada y generosa, que tanto ha aportado y aporta al resto de España y de Europa, a la Comunidad Iberoamericana y a todo el mundo, y que se merece lo mejor, aunque no siempre lo haya recibido".